En ancianos podemos encontrar una serie de síntomas, como la fatiga y la debilidad muscular, que pueden ser confundidos e interpretados como síntomas de envejecimiento normales, pero que pueden deberse a una deficiencia de nutrientes. En estos casos, las medidas preventivas consisten en la ingesta de alimentos ricos en nutrientes o en la toma de complejos multivitamínicos.
Debido a que las personas mayores están menos expuestas al sol, especialmente aquellas que han de permanecer en cama o que no pueden salir de casa, el aporte de radiación ultravioleta en la piel se reduce, y también el contenido en vitamina D, por ello, a menudo necesitan suplementación. Una carencia de vitamina D afecta al tejido óseo. Diversos estudios muestran que las personas con bajos niveles de vitamina D son más propensas a tener fracturas de cadera.
La importancia de la vitamina C en los ancianos no está totalmente clara, pero se sabe que al menos es importante para una buena cicatrización de las heridas, y para el mantenimiento del tejido conectivo y óseo. El zinc puede ser un buen complemento para la cicatrización de estas heridas.
En personas de edad avanzada y con demencia es frecuente que exista un déficit de vitamina B12. Hay estudios que muestran que la ingesta de vitamina B12 en ancianos que padecían fatiga y somnolencia, permitió la eliminación de dichos síntomas en el 89% de los casos. Por lo tanto, en casos de demencia y fatiga, debe examinarse si existe un déficit de vitamina B12.
La presencia de calcio y hierro en la dieta de las personas mayores es muy importante, ya que su déficit puede provocar problemas en los huesos y anemia.